martes, 26 de junio de 2018

PERRAS

Hay una perra en mi portal,
nadie sabía de su presencia; no ha gritado.
Herida de muerte, y sin embargo calla.
Parece como si de todos sus orificios
le hubiesen arrancado de cuajo las estrellas,
y una luna de oros le ahogara la garganta.

El rincón de la entrada luce oscuro,
tanto, que me he manchado la ropa de tan cerca,
tan cerca que me ha dado,
la muy perra, un bocado en el alma,
gruñéndome a la cara todas sus madres perras,
esas perras hermanas, esas mujeres perras,
todas, me han ladrado de golpe,
incluso yo me ladro por instinto.
¿Una perra muriendo en mi portal?

Apenas es una perra nueva,
se ve que ha sido “cogida” por algún que otro animal;
usada por los perros,
maltratada por los perros,
humillada por los perros,
mutilada por los perros,
muy jodida por los perros.

Al final decidimos llamar a las autoridades,
se han reunido personas relevantes:
el político, el juez, el fiscal,
el médico buscaba entre sus piernas
cualquier atisbo de pureza.
También un puñado de curiosos ciudadanos,
y todos han llegado al mismo acuerdo,
la misma conclusión:
no hay ley que ampare,
que proteja a perras como esta,
¡que nos proteja!,
ni tan siquiera que limite o acuse a ciertos animales
aunque tengan la rabia.

Se han echado unas risas.

© Ana Deacracia