viernes, 17 de agosto de 2018

DIARIO DE UNA LOCA


Y me preguntan: ¿qué será de esta niña que nace?
Yo la miro,
la miro…,
ella me sonríe, ingenua,
con un rayo de oro que te extirpa la vida,
que te nace, y te muere,
o que quieres morirte.  

Se remueve mi estómago,
ella es de verdad de oros,
y se nos fue olvidando…
-ya no me quedan lágrimas-
un nudo de tripas y cerebro me revienta,

se ha volcado la luna, así, de momento,
justo cuando disfrutaba mirándola…
Se ha volcado la luna y sin trozos de luna
es imposible que nos nazcan panes
en la punta de los dedos.

Una miseria impúdica me recorre la cara,
no sé cómo limpiarme,
me ensucia,
me percude las manos.
Justo así, tan injusto y tan frágil.

¿Dónde los locos que hacen del paraíso un manicomio
para que no reconozcamos la calumnia?

Duele, duele tanto el abismo,
quizás porque en él nada está su lugar,
todo arde lentamente,
acaso tan rápido que no lo vemos.
Se nos quema el amor
y nos vamos quedando
tan tristemente solos.

¿Qué será de esta niña que nace,
si ya le estamos llenando su carita
de adornos que se pudren?

¿Cómo diablos se salva a una flor?



domingo, 5 de agosto de 2018

DIARIO DE UNA LOCA



Era hasta diez.
Así de simple,
hasta diez.
Así de ingenuo…
Todo visible, transparente, fácil.
Bajo control.
Un, dos, tres…
Jugar con el teje, era hasta diez.

Ahora sé la mentira!!

Qué dolor este,
qué cansancio,
cómo el peso,
asumir la angustia,
la oxidación que nos provoca el mar…,
el insoportable horizonte que se repliega
a pisotones sobre sí mismo.

Qué dolor esta vida…
-era hasta diez…-
o quizás esta muerte.

 
Pensé que había
una curva lemniscata
que impedía una traición.
Un dos tres…,
Segura de que no éramos
simplemente un fraude.

Estamos abajo,
enredados entre sangre y madera,
-ahora una lágrima…-
caemos un poco más
a pesar de la música,
me enredo en el esparto,
ni siquiera los besos..,
tan triste, pero aún sonrío.

Un poco más…,
cayendo un poco más…,
y me niego,
-era hasta diez-,
no queremos mirarnos,
nos negamos mirarnos
aunque al sudor de este viaje
vivamos en las antípodas
de
cualquier
juego,
o
tristemente,
tristemente
jugando.

© Ana Deacracia