Espuma la armonía, dentro.
Rebusca en el trasluz de los
espejos
si las fracciones no te
ofrecen la luz
y los instantes.
No te enerves, regresa al
alma
cúbrete con el chal de los distintos,
y clava el tacón dispuesto a
pronunciarse.
No te detengas, no pares,
no cambies nada del gesto,
ni la facción. Deja que el
viento…
Rezuma el latir, no cejes,
muda el color en los iris de
los ojos
de aquellos que no sepan
mirarte.
Inaugura un bosque de
esquejes nuevos,
donde las manos se cojan
unas a otras,
y todos seamos árboles
creciendo
al cielo ramas repletas de
ternura en sus hojas.
Disfruta de las ansias sin
disfraces ni secuelas,
y cuando llueva…, siente el
agua
que moja los laberintos y
continúa…