Era hasta diez.
Así de simple,
hasta diez.
Así de ingenuo…
Todo visible, transparente, fácil.
Bajo control.
Un, dos, tres…
Jugar con el teje, era hasta diez.
Ahora sé la mentira!!
Qué dolor este,
qué cansancio,
cómo el peso,
asumir la angustia,
la oxidación que nos provoca el mar…,
el insoportable horizonte que se repliega
a pisotones sobre sí mismo.
Qué dolor esta vida…
-era hasta diez…-
o quizás esta muerte.
Pensé que había
una curva lemniscata
que impedía una traición.
Un dos tres…,
Segura de que no éramos
simplemente un fraude.
Estamos abajo,
enredados entre sangre y madera,
-ahora una lágrima…-
caemos un poco más
a pesar de la música,
me enredo en el esparto,
ni siquiera los besos..,
tan triste, pero aún sonrío.
Un poco más…,
cayendo un poco más…,
y me niego,
-era hasta diez-,
no queremos mirarnos,
nos negamos mirarnos
aunque al sudor de este viaje
vivamos en las antípodas
de
cualquier
juego,
o
tristemente,
tristemente
jugando.
© Ana Deacracia