¿Sabes qué pasa?
que el horizonte de agua se
convirtió en arena,
que la tierra que pisan aún
no lleva su nombre,
su herencia se les
desaparece y está cada vez más lejos,
en la distancia cruel que
proponen los muros.
¿Sabes qué pasa?
que la arena esconde el oro
de agua en sus entrañas
sin el azul constante que
propone el atlántico
que la caliente arena les
cala hasta los huesos
donde el sudor les hierve,
donde el oasis es sólo un
espejismo
donde la azada escarba en
cicatrices de arena de la tierra
en su extensa quietud, sin
alarmarse,
en un cultivo inerte,
y las manos se encorvan al dolor que rige la
impotencia,
asidas a la ilusión de unas
palabras de humo.
Tierra, de velos y de henna,
para la piel belleza
de la mujer que sufre, del
hombre que se ahoga,
del niño que no se resigna a
eludir el sueño
de boca de sus padres.
¿Sabes qué pasa?
que son Generosidad aunque
la tierra sea nada más que eso.
Tierra, donde el té es el
misterio en tres sabores otros,
en tres instantes siempre,
con esa magia tal,
tres estancias sin tiempo,
de una cultura antigua,
té, amargo como vida, la
vida aparcada cruel.
Dulce como el amor, el amor
en que navegan
cuando solamente se tienen
los unos a los otros.
Suave como la muerte, a
veces como frontera
como único escaparate de
huida.
Tierra, cuando el dolor
reclama
y su enclave desaparece,
entre dunas de arena
ladeadas por el viento, que
no les lleva a ninguna parte.
Palabras que se amontonan en
documentos viejos,
que se arrugan, se olvidan,
mientras el alma adolece por
sentirse,
por sentirse con la voz
natural
de un pueblo y sus
costumbres.
¿Sabes qué pasa?
Que nos da igual el mundo,
que todo nos da igual.