Fotos de HuelvaYa
Anoche disfruté del concierto de
Manuel Carrasco. No se puede explicar con palabras, por muchas cosas que ellas
sean capaces de transmitir, lo que significa. Aun así intentaré rebuscar las
oportunas, embaucando a las musas:
Es un
volver a la juventud que se fue sin darnos cuenta, esa que nos robaron mientras
mirábamos para otro lado pensando que todo era eterno, dando por hecho que la
alfombra, que se deslizaba ante nuestros ojos, no tenía un final. Hasta que, un
día, miras atrás y la inmensidad está a tu espalda, entonces concluyes que
fuiste joven alguna vez… y en ese momento comprendes lo importante
que es volver.
Volver…:
entras nerviosa, empujas el entramado tumultuoso de la línea que divide la
fantasía de la realidad y pisas, con tus tacones viejos, el suelo de un estadio
cualquiera, dando lugar a la transformación, cuando, como si del calor
trepidante de un verano cordobés se tratase, todas tus ansias acumuladas hacen
el milagro debido a la propia descriogenización, templándote todas las
partículas del cerebro, mientras te encandilas contemplando cómo te crecen alas
en el alma…
Tu espíritu,
vapuleado por el tiempo, se emborracha de Música hasta que estallan dentro un
cúmulo de estrellas, con brillos de palabras y ráfagas de notas al viento,
justo en el lado izquierdo de tu cuerpo. Mientras, con esa luminiscencia,
ahondan hasta deshacerte, hasta crearte o modificarte, y sobre todo alientan la
quimera de rejuvenecerte. En el resplandor de tus ojos se acomodan entonces las
mismísimas estrellas, y tú eres astro, y eres música, formando parte de este
particular aquelarre. Y tú eres…Vives el sueño que tiene el arte de difuminar
las arrugas de tu cara, con sonrisas y entusiasmo, en medio de frases extraídas
de la angustia de una guitarra…
Todo
se extralimita en esta multitud consecuente, cómplice, artífice del entorno,
ebria ahora; y te emocionas, vibras, lates, y saltas al ritmo de Manuel, hasta
deshacerte de esa parte del camino que pesa tanto. Lo consigue, él hace el
milagro de que vuelvas a sentir lo maravilloso que es volver al Pasado. Al
mirar sus ojos claros recuerdas perfectamente lo que significa enamorarse otra
vez, desde el prisma ingenuo de una adolescente. Y, sí, lo consigue, que
vuelvas a enamorarte… cuando blande las cuerdas etéreas de tu corazón como si
fuesen las más elocuentes teclas de un piano extraño.
Solamente por unas horas entras de bruces en el paraíso, en
su voz, en sus quejios, en su propuesta, en su forma pausada y lenta de
transmitir, cuando nos regala, a trozos, su esencia de niño bueno, siempre; de
hombre humilde, remando en su extraordinario océano marinero, isleño, intenso,
de arena y olas, de palmas alentadas por la brisa de una orilla atlántica en la
que nació un niño rubio con una preciosa mirada traviesa, aunque calzara unos
zapatos rotos, qué importaba; nada deslucido, seguro, a pesar de vestir la
camiseta de su hermano mayor. Era feliz, no me cabe la menor duda, cuando en
sus manos sostenía unas baquetas maravillosas, esas que su padre le hizo en
aquel barco que se fue lejos... Mientras, en el pensamiento, ese niño de mirada
ilusionante, alimentaba un sueño…
Esa es
la razón por la que nos deleita como si fuéramos su fuego añorado, ese fuego
que le esperaba a las puertas de su casa, en su playa, lejana, tantas veces, de
arenas con pátinas de infancia, donde escondió, un día, su felicidad y sus
lágrimas, y entre sones que se llevaban las olas, pidió un deseo.
Manuel nos tienta como a su guitarra. E intenta, doy
fe, que todos seamos, en ese entrañable momento, una inmensa -sin nombres-
parte de su Familia. Todos.
Y como
si un cometa atravesara de golpe por encima de nuestras cabezas, sobre nuestros
brazos, que, a un tiempo, se mecen en el oleaje noctámbulo de la estratagema
que se fragua entre el calor, los desgarros, y el son perpetuo, el Son…, Son…,
Son....; todos bajos los efectos de una droga necesaria, cuando el paraíso nos
parecía ideal, nos agasaja las ansias con lágrimas que dibujan líneas plateadas
en su cara, donde, mágica, se refleja la luna. Nuestros ojos se estremecen a su
vez, al ser conscientes de tal excepcional espectáculo. Alucinados lloramos por
dentro, o nos arrancamos las propias lágrimas, al descubrir que el dador de
momentos mágicos brinda con su mejor licor ante nuestros ojos. Quizás esto sea
fantástico o tal vez tremendo, pero sin duda da la fórmula perfecta a su
alquimia.
Y nos
bebemos otro sorbo en el balanceo de este mar de olas de manos, cual velas al
viento, entonando los cánticos que, todos a un tiempo, dejamos que sobrevuelen
el espacio abierto de este concierto: un amasijo estrepitoso de almas
desbocadas sedientas de una experiencia de libertad, sin cánones ni convenios:
aire, voces, arte, palabras, sones, cuerdas, teclas, amor, fantasías,
deseos, miradas, requiebros. Trueques y artificios cuando la felicidad se
convierte, al fin, en algo tangible.
Y en ese momento miro a mi hijo que canta a mi vez, junto a mí, a sus
veinticuatro años, y miro a sus amigos como en tantos otros conciertos.
Entonces me recuerdo a mí misma, en silencio, que la vida merece la pena.
Gracias, Manuel, a ti, siempre. Tú sabes el valor de la felicidad, esa que no
se compra. Gracias, Manuel, por esas lágrimas compartidas en ese momento en que
todos fuimos uno.
MANUEL CARRASCO NOS TIENTA COMO A SU GUITARRA (CRÓNICA
CONCIERTO PUNTA UMBRÍA 23.08.2014 - Esther_madrid,25-08-2014, 14:10
H teneis que leer esta
crónica que nos ha enviado Ana, es preciosa , os va a encantar como a mi porque
es pura poesia -Esther_madrid, 25-08-2014, 14:20
- Qué bonito y que verdad
tan grande
§ ¡¡Estupendo!!
Ana, mis respetos hacia este talento con la palabra, me has conmovido con ese
inicio... - Fabi_Col, 27-08-2014, 04:45